
El Akita Americano: Una raza con historia
La historia del Akita Americano es muy interesante para quienes estudian a estos caninos. Tiene un origen común con el Akita japonés. Ámbas razas provienen de la región japonesa de Akita. Desde 1603 los utilizaban como perros de pelea y para la caza de osos, de hecho se les llamaba “Matagi Akitas” (perros de tamaño mediano para la caza de osos). Durante las siguientes centurias fueron cruzados con otras razas de perros como los Tosa y los Mastiffs, aumentando el tamaño de los Matagi Akitas. En la Segunda Guerra Mundial (1941-1945) fue utilizada su piel para la confección de ropa militar, disminuyendo drásticamente la población de Akitas para el final de la guerra. Esta situación obligó a tomar acciones para preservar y restaurar la raza. En medio de dicho proceso unos militares estadounidenses llevaron varios Akitas emparentados con Pastores Alemanes y con la línea de sangre Dewa, desarrollandose posteriormente una raza propia en América del Norte, conocida como Akita Americano.
Características del perro Akita Americano
El Akita Americano tiene una estructura fuerte y equilibrada. Es de cabeza ancha, huesos pesados y hocico profundo. Posee ojos relativamente pequeños, asi como el hocico profundo y las orejas paradas e inclinadas hacia delante. Llegan a medir entre 61 y 71 centímetro y pesar entre 32 y 59 kilogramos. Los cruces con otras razas que ha tenido en su historia les han proporcionado un cuerpo grande y sólido.
Carácter del Akita Americano
El Akita Americano es reconocido por su actitud leal y afectuosa a sus dueños. Con una educación disiplinada pueden llegar a ser muy buenos para un ambiente familiar. En cuanto a su sociabilidad, pueden desarrollar cierta intolerencia o una actitud dominante hacia otros perros, a menos que se les enseña a socializar desde un primer momento.
Cuidados
El cuidado del perro Akita Americano se centra en su educación. Desde pequeños se les debe orientar hacia la socialización con la familia y otros perros, así como la obediencia. Deben tener una forma de canalizar su fuerza, por lo que es recomendable darle algún juguete resistente para que mordisquee desde temprana edad. Es importante que a medida que crezca pueda ejercitarse en espacios abiertos, así como enseñarle a jugar con toda la familia para ir cultivando su carácter leal y su afecto. Finalmente, debido a su abundante pelaje es importante cepillarlo semanalmente.
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